¿Qué es un linfedema?

Llamamos linfedema a la inflamación sobrevenida por la acumulación de linfa -un líquido transparente que contiene glóbulos blancos- en los tejidos blandos del cuerpo. El linfedema se produce cuando el sistema linfático está dañado o bloqueado. Suele ocurrir en los brazos o las piernas ya que al encontrarse en las zonas más distales del cuerpo es dónde más cuesta que haya una circulación eficiente del líquido linfático. El encharcamiento de agua y proteínas en los tejidos provoca la hinchazón.
¿Cúales son las causas del linfedema?
Las causas de linfedema pueden ser primarias o congénitas, cuando los ganglios linfáticos o los vasos no se desarrollan normalmente. También pueden ser causas secundarias, como infecciones o reacciones del tejido cicatricial por radioterapia o extirpación quirúrgica de los ganglios linfáticos, como la que se produce en algunos casos de cáncer de mama.
El tratamiento puede ayudar a controlar los síntomas. Incluye ejercicios, dispositivos de compresión, cuidado de la piel y masajes sin amasamiento ni golpeteos que causen una presión excesiva en la parte afectada.
¿Cuáles son los síntomas de un linfedema?
Con el llamado “Signo de Stemmer” se puede realizar un autoexamen fiable para reconocer la patología. Si al intentar pellizcar la piel (por ejemplo, sobre los dedos de los pies) es difícil, o incluso imposible, estaremos ante un linfedema. Esto se debe a que la hinchazón provoca un estiramiento de la piel que hace complicado poder pellizcarla.
La presencia de pliegues en la piel más profundos de lo natural sobre las articulaciones, así como hinchazones en el dorso de manos y pies, y una piel tensa, también indican la presencia de linfedema.
Elefantiasis o linfedema crónico
La filariasis linfática, conocida habitualmente como elefantiasis, es un tipo de linfedema crónico. Se caracteriza por la inflamación de los vasos linfáticos, ganglios y piel debido a infecciones bacterianas o parasitarias por fallo del sistema inmunitario como consecuencia del trastorno linfático. La elefantiasis presenta una piel dura que recuerda al elefante (de ahí su nombre) y causa también malformaciones óseas. El diagnóstico se basa en la biopsia del ganglio linfático y el examen microscópico. Los casos severos requieren abordaje quirúrgico.